Reflexiones. Carta abierta a la racionalidad extremista.

Estimado ser:

Comprendo su pataleta. Su mente inquisitorial y cuadriculada no le permite ver más allá. No es culpa suya. No se señale con el dedo. Y aunque sus expectativas no se vean cumplidas todo es producto de su más austera y extremista racionalidad.

Advierto que su sapiencia no deje paso a la creatividad e ir más allá en obtener la esencia verdadera de las cosas. Es el precio que hay que pagar cuando usamos la lupa en exceso. Y se lo dice un apasionado del pensamiento y la credibilidad científica, pero a la par de un enamorado de todas aquellas cosas que se escapan de nuestras manos.

La música en sí comparte esa dualidad. No es algo nuevo que existan esas afrentas entre lo irracional y racional que posee este noble arte. Ya los griegos advirtieron e incluso dividieron las prácticas musicales e instrumentos entre los apropiados y los menos racionales. Pero afortunadamente, todos tenemos fronteras delgadas entre ambas partes ,y cuando la irracionalidad bien entendida se deja fluir nacen verdaderas maravillas artísticas en las palabras, en las imágenes y sobre todo en los sentimientos que suscita tanto el creador como el espectador. A las pruebas me remito con revisar la historia de multitud de compositores.

Le tengo que agradecer que me ayude a reflexionar. Un pensamiento que me ha llevado saber claramente cuál es su postura en la vida y saber desecharla. Pero también he tenido un momento para pensar en usted y lo que se está perdiendo de la vida. Al fin y al cabo, si se presume de llegar a lo más hondo de cualquier asunto es porque no llega ni a tocar la superficie. Y tal vez, si se señala la superficialidad es porque usted no ha sabido delimitar lo realmente esencial y reflexivo de los asuntos.

De todas formas, mis más sinceras felicitaciones. Viva en su mundo de extremismo que yo me quedaré siempre en el virtuoso equilibrio, donde me permitirá sacar siempre lo mejor de lo mejor de cada una de las personas de este mundo, incluido usted.

Atentamente.

Un maravilloso investigador de los asuntos más profundos y esenciales del ser humano (aunque piense que me quedo en la superficie de las cosas).