martes, 15 de diciembre de 2009

Crítica musical. Ciclo Efemérides. Orquesta Filarmónica de Málaga

Bajo el manto de la apariencia de seriedad a la que muchas veces se ven sometidos los compositores de la música clásica, Haydn (entre otros) despuntó por su humor y las bromas pesadas, según apuntan sus primeros biógrafos. No hay nada más que sumergirse en su música para comprender algunos de los títulos más cómicos y sorpresivos, tal vez huyendo de sus penurias de juventud. Es por lo que acogí con bastante agrado la interpretación que el alemán (y canadiense) Johannes Moser ofreció este sábado en la Sala María Cristina dentro de una nueva entrega del Ciclo Efemérides de la Fundación Unicaja. Los más ortodoxos y los más firmes defensores de las interpretaciones historicistas podrían plantear sus objeciones a la interpretación extraída del violonchelo italiano de Moser. Pero estoy completamente seguro que al propio Haydn le hubiese encantado asistir a la velada.

Esta fue la crítica que salió ayer 14 de diciembre de 2009 en el periódico Málaga Hoy:


EL LADO MÁS HUMANO (Y CÓMICO) DE HAYDN

por Fernando Anaya Gámez

'Efemérides'. Sala María Cristina. Fecha: 12 de diciembre. Programa: 'Sinfonía en do mayor, Hob. I nº 20', 'Concierto en do mayor, Hob. VIIb nº 1 para violonchelo y orquesta' y 'Sinfonía en re mayor, Hob. I nº 101'. Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Solista: Johannes Moser (violonchelo). Director: Roberto Forés. Aforo: Casi lleno.

Moser triunfó. Su exhaustivo dominio del violonchelo, en complicidad con batuta y orquesta, nos aproximó al Haydn cómico que se quiso alejar de sus penurias de juventud. Al solista alemán (y canadiense) se le vio cómodo desde el Moderato inicial del Concierto en do mayor, con una afinación perfecta y de potente sonido aún en los registros agudos, para desembocar en la maestría de saber combinar los volúmenes sonoros con elegancia y rotundidad. Le siguieron un segundo contemplativo de manifiesta sonoridad en las notas tenidas, dejando el rastro de dos espléndidas cadenzas, para desembocar en un espectacular tercero, en todos los sentidos posibles, y el bis de la Zarabanda bachiana de reconfortante final.

El núcleo más destacado de la cuerda de la OFM junto con la sabia configuración de los vientos hizo posible el magistral acompañamiento del solista y la notable consecución de las dos sinfonías, especialmente en la rítmica El reloj, siempre fieles seguidores de la dirección de Forés en estilo más corpóreo que quironímico-gestual.

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